Marriage Story

Una historia de amor sobre un divorcio que no te obliga a tomar partido, sino que te obliga a ver el lado humano de sus protagonistas.

Con claras similitudes a películas como Kramer vs. Kramer e incluso Annie Hall, se puede decir que la película de Noah Baumbach es la autopsia de un matrimonio. Al comienzo del film, Nicole (Scarlett Johansson) y Charlie (Adam Driver) están en pleno proceso de separación, sin embargo, es el momento de la película donde el director nos recuerda que es lo que estos personajes aprecian y valoran el uno del otro. Nos da una idea de que es realmente lo que se perdió o mejor dicho está en proceso de perderse. A diferencia de otras películas sobre divorcios, ya de antemano sabemos que estos personajes se valoran mutuamente y que no se trata solamente de dos personas que dejaron de amarse y ahora se odian. Pero luego de esta hermosa presentación, lo que resta de la película se centra en el proceso del divorcio en si, siguiendo al personaje de Nicole retornando a su ciudad natal de Los Angeles para retomar una carrera como estrella de TV y Charlie quedándose en Nueva York, ciudad donde ambos vivían, para atender su casa de teatro y trabajar en su obra de Broadway. El hijo de ambos, Henry (Azhy Robertson), acompaña a su madre y Charlie hace frecuentes viajes de Nueva York a Los Angeles para pasar tiempo con su hijo. La separación se torna fea cuando ambas partes involucran sus abogados.

Claramente éste es un proyecto muy personal para Baumbach ya que la película está basada en su propio divorcio con la actriz Jennifer Jason Leigh y la verdad es que se nota. Los diálogos son realmente auténticos y no abusan de sentimentalismos ni golpes bajos e increíblemente presentan una versión objetiva acerca de las razones y motivos, de ámbos personajes, para querer un divorcio (algo que toma mucho mérito ya que Baumbach es el escritor de la película). Charlie es una persona egoísta que solo piensa en su propio éxito y su propio crecimiento personal pero es, a la vez, un gran padre, responsable y afectivo. Nicole necesita crecer como persona y como profesional luego de sentir que sacrificó mucho para el beneficio de su esposo pero dejándose a ella misma de lado y, para hacerlo, tiene que sacrificar su matrimonio. Realmente para el final del film nos encontramos sin tomar partido de ninguno de los dos personajes, ambos son personas defectuosas, con aciertos y errores, que quieren mantener su divorcio civilizado pero se ven afectados por el accionar de los abogados, quienes sacan a luz la peor versión de ellos mismos.

Atrapado en el medio de ambos está Henry y, aunque ambos padres dicen que él es lo más importante, eso no les impide gastar el dinero para su universidad con el propósito de pagar abogados para luchar por quien se queda con esto y quien con aquello. Henry no es más que una excusa. Los intereses del niño se vuelven secundarios ante la búsqueda de la victoria del juicio por ambas partes.

La película realmente se siente como algo muy personal, algo que no deberíamos estar viendo, sinceramente se siente como estar en el medio de la separación de una pareja, como si fuéramos Henry viendo a nuestros padres divorciarse y parte de lo que hace a Marriage Story algo tan real y personal son los pequeños momentos de sinceridad en las escenas de pelea más desagradables que realmente muestran cuán complejo es el divorcio pero también ayudan a revelar los destellos del amor que sobrevive entre Charlie y Nicole a pesar de todo. Durante una reunión con sus abogados, Nicole ordena comida para Charlie porque recuerda lo que a éste le gusta. Después de LA pelea de la película, donde los dos dicen cosas realmente horribles el uno al otro, ambos lloran, se abrazan y se disculpan. Esta complejidad y esta escena, específicamente, permiten que brille la verdadera gama de actuaciones de Driver y Johansson particularmente, quien brinda la mejor actuación de su carrera, y nos habla de un film verdaderamente auténtico.